Por FRED E. WOODS
Traducción Libre no oficial de este artículo publicado en la edición de ENSIGN de Diciembre de 1995.
Traductor : Jorge Albarrán Riquelme Valdivia, Marzo 1996
En el Libro de Mormón, Nefi nos dice que Lamán y Lemuel "[ no] creían tampoco que aquella gran ciudad de Jerusalén pudiera ser destruída conforme a las palabras de los profetas; y eran semejantes a los Judíos que estaban en Jerusalén" (1 Nefi 2:13.)
Tres factores contribuyeron a que los Judíos creyeran que Jerusalén no podría ser destruída: primero, la tradición histórica de "aquella gran ciudad de Jerusalén " (1 Nefi 2: 13), una mala interpretación de parte de los Judíos sobre las promesas que el Señor hizo a David; y tercero, la preservación milagrosa de los Judíos cuando los asirios sitiaron a Jerusalén en los días del rey Ezequias.
Tradición Histórica
Comúnmente se conocía a Jerusalén en el Antiguo Testamento como "Salem" (Gén. 14:18), nombre del cual se deriva Jerusalén (Ciudad de Paz). Jerusalén era la ciudad santa del justo sacerdote Melquisedec, quien bendijo a Abraham (véase Gén. 14:18-19). Bajo Melquisedec, "su pueblo obró rectitud, y alcanzó el cielo, y buscó la ciudad de Enoc, la cual Dios previamente [ se] había llevado." (TJS, Gén. 14:34.)
Mala interpretación de las promesas del Señor
Cuando los hijos de Israel salieron de su cautividad en Egipto, los Jebusitas eran quienes poseían la tierra y la ciudad de Jerusalén (véase Jueces 1:21). Debido a que los Israelitas habían quebrantado su convenios con el señor, fueron incapaces de expulsarlos luego de la muerte de Josué (véase Jueces 2:20-21), Israel no conquistó la ciudad hasta que David y sus hombres (2 Samuel 5:6-9) derrotaron a los jebusitas luego de haber escogido a Jerusalén como la capital.
Posteriormente, David quiso construir una casa "al nombre del Señor, " pero se le dijo que no lo hiciera (véase 1 Crónicas 22:7-8). En lugar de ello, el Señor le dijo a David que su hijo, Salomón, sería quien edificaría el templo. El Señor le hizo esta promesa a David: "Además, yo fijaré lugar a mi pueblo Israel y lo plantaré, para que habite en su lugar y nunca más sea removido, ni los inicuos le aflijan más, como al principio" (2 Samuel 7:10.)
Cuando comenzó la construcción del templo, el Señor, hablándole a Salomón, le clarificó las condiciones de esta promesa: "Si (es que que) anduvieres en mis estatutos, y guardares todos mis mandamientos andando en ellos, [ entonces] yo cumpliré contigo mi palabra que hablé a David tu padre;Y habitaré en ella en medio de los hijos de Israel, y no dejaré a mi pueblo Israel." (1 Reyes 6:12-13; énfasis añadido.)
Israel, sin embargo, quebrantó el convenio por desobediencia. El reino fue dividido, y en el año 721 d.c. los Asirios se llevaron cautivos a los Israelitas del reino del norte a la cautividad. Dos décadas después, los asirios, guiados por el rey Senarequib, regresaron y tomaron posesión de gran parte del reino del sur de Judá.
La Preservación Milagrosa de los Judíos
La Biblia nos dice que el rey Ezequías, quien había devuelto la rectitud a Judá, fue al templo a rogar ante el Señor por Su protección. En respuesta a su oracion el Señor le dijo a Ezequías que concedería su petición: "Porque Yo ampararé esta ciudad para salvarla, por amor a mí mismo, y por amor a David mi siervo.
"Y aconteció que aquella misma noche salió el ángel de Jehová, y mató en el campamento de Asirios a 185.000." (2 Reyes 19:24-35).
Este despliegue milagroso de la intervención divina tuvo un tremendo impacto en las generaciones futuras, particularmente en aquellos que vivían seguros en Jerusalén desde el tiempo posterior a su liberación en el 701 d.c. hasta la cautividad babilonia en el año de la cautividad babilónica, el 586 a.c. Esta protección de Jerusalén condujo a la errónea creencia de que las ciudad santa era indestructible.
Los Judíos llegaron a cree que la ciudad gozaba de una protección divina aún si ellos quebrantaban sus convenios con el Señor. Isaías observó, "Porque la santa ciudad se nombran , y el Dios de Israel NO confían." (Nota del Traductor: Este versículo esta traducido de la Biblia en Inglés, King James Version [ KJV] , y la traducción no es oficial; énfasis añadido.)
Y llegaron muchos profetas ese mismo año, profetizando al pueblo que debían arrepentirse, o la gran ciudad de Jerusalén sería destruida" (1 Nefi 1:4). Los profetas, tales como Lehí y Jeremías fueron amenazados de muerte cuando hablaban de lo que muchos Judíos consideraban palabras blasfemas en contra de la ciudad santa.
Los sacerdotes y los falsos profetas decían de Jeremías, "En pena de muerte ha incurrido este hombre; porque profetizó contra esta ciudad, como vosotros habéis oído con vuestros oídos." (Jeremías 26:11). Jeremías respondió, "Jehová me envió a profetizar contra esta casa y contra esta ciudad..."
"Mejorad ahora vuestros caminos y vuestras obras, y oíd la voz de Jehová vuestro Dios, y arrepentíos, y Jehová apartará el mal que ha hablado contra vosotros." (TJS, Jeremías 26:12-13, versión oficial S.U.D.)
Judá no se arrepintió. La gran ciudad y el santo templo fueron destruídos, y los judíos fueron exilados. El pueblo escogido se olvidó de que el Señor está obligado sólo cuando hacemos lo que El dice (DyC 82:10.) La paz que prevalecía en Jerusalén durante los días de Melquisedec y la divina protección de la cual Jerusalén gozaba durante el reinado de Ezequías estaban estrictamente condicionadas a la obediencia a los convenios.
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