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Ordenanzas y Creencias Cristianas en
la Antigua América
POR
JOHN A. WIDTSOE Y
FRANKLIN S. HARRIS, TR.


Un rito semejante al bautismo fué practicado por los americanos. "El uso del agua, más o menos santificada, era usada como una manifestación de purificación que le libraba a uno del pecado. Esto viene de un período pre-cristiano entre los mexicanos, mayas y otras naciones americanas. Ellos eran limpiados del pecado por lavamiento". (Bancroft 3:119).

Gann y Thompson, cuidadosos estudiantes de los mayas, dicen que éstos practicaban una forma de bautismo, y que la palabra maya por bautismo, significaba "renacer", y que los niños eran bautizados cuando tenían, poco mas o menos, 12 años de edad. (Véase Gann y Thompson, pp. 139, 140).

El bautismo no era conocido en ningunas de las provincias de Nueva España, sino en Yucatán, y este nombre lo daban ellos significando ser nacido otra vez, teniendo tan grande veneración que nadie quedaba sin él, creyendo ellos que recibían una pura disposición para ser buenos; que los demonios no podían dañarles y que eran puestos en el camino de la felicidad. Ningún hombre podía casarse sin él". (Antonio de Herrera, "Historia de América", 4:172).

"Con estos votos, a menudo estaba asociado el rito del bautismo, por aspersión o por inmersión en agua. Aun entre los rudos indios de Tierra del Fuego encontramos que el niño al nacer, era rápidamente sumergido en agua, rio por razones sanitarias, sino religiosas... En otra manera (el bautismo) parecería ser una purificación de un pecado inherente, en tal sentido era practicado por los nahuas de México, y los quichuas del Perú. Con los mayas de Yucatán era. de uso común y era conocido por el significante nombre de "el segundo nacimiento". (D. G. Brinton, "Reli-gions of Primitive Peoples", 1897, p. 195).

"Los nativos al tiempo de la cosecha del maíz acostumbraban sacrificar un hombre a los dioses de la cosecha. Alrededor del altar estaban esparcidos granos de maíz. Sobre éstos se ponían los adoradores y con cuchillos de piedra se herían las partes más sensibles de su cuerpo dejando caer las gotas de sangre sobre los granos. Estos eran comidos como alimento sagrado, como parte del sacrificio. (Oviedo, Historia de las Indias, Lib. X, cap. XI). Algo similar se acostumbraba en Perú al tiempo del equinoccio vernal, a todos los extranjeros se les ordenaba salir de la. ciudad de Cuzco, donde residía el Inca. Era inmolada una víctima humana, y las inmaculadas "Vírgenes del Sol" eran ordenadas a mezclar su sangre con avena y amasarla en pequeñas tortas. Estas eran distribuidas entre el pueblo y comidas, y una, enviada a cada una de las capillas y templos del imperio". (Balboa, "Histoire du Perú", pp. 125-127; D. G. Brinton, "Religions oí Pri-mitive Peoples", p. 190).

D. G. Brinton nos dice: "El asombro de los misioneros romanistas se elevó al horror cuando descubrieron entre varias naciones un rito de bautismo de aterradora similitud al de ellos, relacionado con la imposición de un nombre, hecho manifiestamente con el propósito de librarle de un pecado inherente, creyendo producir una regeneración de la naturaleza espiritual y aun, en más de una ocasión llamado por una palabra indígena significando "ser nacido otra vez".

Tal rito era de inmemorable antigüedad entre, los cherokees (tribu de indios en el este de los Estados Unidos) aztecas, mayas "y peruanos". (Myths of the New World, 1S68, pp. 125, 126). (También citado por Herrera, Historia de América, citado en "Scraps", p. 288; Gann y Thompson. "History of the Maya", pág. 140).

De la remota antigüedad de esta práctica nos asegura también Bancroft (Native Races, 3:119) y De Roo, quien dice: "Los misioneros cristianos y otros escritores de ese tiempo, (La conquista por España) aseguran que el bautismo —prácticamente el sacramento del bautismo— era administrado en varios distritos americanos desde tiempo inmemorial". (De Roo, pig: 466).

Sahagum, la más importante autoridad en lo que concierne a la religión de los aztecas de México, y quien vivió por los españoles, nos dice esto concerniente al rito del bautismo entre los aztecas: "El que bautizaba salpicaba agua en la cabeza del infante diciendo: "Oh, hijo mío, toma y recibe agua del Señor del Mundo, que es nuestra vida, es para lavar y purificar; que estas gotas puedan quitarte el pecado que te fue dado antes de la creación, del mundo, dado que todos nosotros estamos bajo su poder..." El rito era terminado con: "Ahora él está purificado y limpio de nuevo, y nuestra madre el agua le traiga él nuevamente al mundo". ("Historia de Nueva España", lib. 6, cap. 37).

En cuanto a la forma del bautismo y la edad de los bautizados, Brinton nos dice: "En Perú el niño era sumergido en fluido. En cualquier país la aspersión podía tomar el lugar de la inmersión. Eos che-rokees creían que, a menos que el rito fuera puntualmente efectuado cuando la criatura fuera de tres días de edad, inevitablemente moriría". ("Myths of the New World", pág, 128). Kastner, una autoridad en el asunto, nos habla también de la inmersión. (Citado por De Roo, p. 466).

Que el bautismo no era solamente una ceremonia nos es mostrado por el respeto y significado que se le atribuía en Yucatán y la América Central. El obispo Landa, de Yucatán, quien escribió a mediados del siglo XVI sobre las creencias religiosas de los mayas, dice esto: "Tienen ellos tal respeto por el bautismo que aquellos que tienen pecados sobre sus conciencias o se sienten inclinados a cometer pecados, se. confiesan con el sacerdote para encontrarse en estado de recibir el bautismo... Ellos creen que reciben de ello una disposición inclinada hacia la buena conducta que les preserva de toda tentación del demonio, con respecto a las cosas temporales, y por. medio de ese rito y la buena vida se aseguran la salvación". (Citado en la Enciclopedia de Religión y Etica "Hastings" 11:529).

Esta ayuda que hace posible llevar una vida buena y obtener "salvación" es mencionada también por De Roo: "Era el deber de todos los mayas tener bautizados a todos sus hijos, porque creían ellos que por esta ablución recibían una naturaleza más pura, eran protegidos de los espíritus malos y posibles desgracias. Sostenían, además, que una persona sin bautismo, ya. sea hombre o mujer no podía llevar una buena vida, ni hacer bien cosa alguna". (De Roo, pág. 467).
De estas variadas citas que nos han llegado por medio de la investigación histórica, es evidente que el bautismo era practicado en América por varios pueblos. Es también evidente que ellos entendían el bautismo como un 'renacimiento' limpiándoles del pecado y haciéndoles posible una vida mejor y la salvación.

El Libro de Mormón nos dice que, el significado y forma del bautismo fué enseñado a los antecesores de los indios por profetas de Dios (Léase II Nefi 9: 22-24; Moroni 6 y 8) y en verdad, el Salvador durante su visita a los nefitas les dió la instrucción siguiente con respecto al bautismo: "He aquí que descenderéis al agua, os pararéis en ella, y en mi nombre lo bau-tizaréis... diciendo: Habiendo sido autorizado por Jesucristo, yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. Amén. Y entonces le sumergiréis en el agua, y después saldréis de ella". (III Nefi 11:23-26).

Fueron nombrados los oficiales de la Iglesia para llevar a cabo la obra. "Quetzalcoatl tenía sacerdotes que eran llamados quequetzalcohua, vale decir, sacerdotes de la orden de Quetzalcoatl", (Bancroft 3:259).

"A la cabeza del sacerdocio azteca estaba el "Señor de substancia Divina". Tenía un lugar en el concilio del Emperador, segundo en autoridad real. El siguiente rango era el sumo sacerdote de Ouetzalcoatl. . . quien tenía autoridad solamente sobre su propia casa. Los sacerdotes de Quetzalcoatl eran llamados por el nombre de su deidad tutelar. Los grados menores incluían los sacerdotes comunes... La orden menor era los pequeños sacerdotes, jóvenes que se estaban graduando en el oficio sacerdotal". (Spence, pág. 116).
El legendario Cristo de América efectuó milagros y enseñó doctrinas cristianas. Rosales, en su historia de Chile, declara: "Un hombre maravilloso había venido a ese país... quien efectuaba milagros, curaba repentinamente enfermos y daba vista a los ciegos". (Kingsborough, 6:419; Roberts 3:25).

"Se decía que, cuando las mujeres estériles oraban y hacían sacrificios a Quetzalcoatl, les era dado tener hijos. Era el dios de los vientos, y el poder de soplar le era atribuido, como también el de calmarlos... El suelo daba ricas cosechas sin cultivación". (Bancroft 3:259-260, 274).

"Al contemplar el sistema religioso de los aztecas, uno es sorprendido por su aparerríe falta de conexión, como si una parte de él emanara de un pueblo comparativamente refinado, abierto a influencias delicadas; mientras que el resto respira un espíritu de inmitigada ferocidad. Esto, naturalmente, sugiere la idea de dos distintas fuentes y autoriza la creencia que los aztecas han heredado de sus antecesores una fe dócil en la cual después injertaron su propia mitología. Esta última pronto se hizo dominante y dió ese obscuro colorido a los credos de las naciones conquistadas —que los mexicanos, igual que los romanos, parece que gus-tosamente lo incorporaron como propio, hasta que las mismas fúnebres supersticiones se asentaron sobre los más lejanos límites de Anahuac—". (Prescott, "México", 1: 47).

"Quetzalcoatl no quería tener nada que ver con la guerra, aun se tapaba los oídos cuando el asunto le era mencionado. Su época podría considerarse como de oro; como en el tiempo de Saturno, los hombres y' animales vivieron en paz". (Bancroft, 3; 274; Ro-berts 3:35).

Gann y Thompson támbela dicen que los mayas ayunaban antes de las ceremonias importantes. (Págs. 143, 144).

"Así llegamos, aun en primitivas condiciones, a ideales personales tales como Quetzalcoatl entre los aztecas, de quien se decía en sus leyendas que era un personaje majestuoso, casto en. su vida, contrario a la guerra, sabio y generoso en sus accionen,. deleitándose en el cultivo de las artes de la paz; o, como lo vemos entre los peruanos, en su héroe-cultural Tonapa, de cuyas enseñanzas un escritor católico del siglo XVI dice: "Tan íntimamente se parecen a los preceptos de Jesús que nada falta en ellos sino su nombre y el de su Padre". (D. G. Brinton, "Religions of Primitive Peoples", p. 251).

"Las doctrinas del benigno y santo Quetzalcoatl o Kukulcán deben ser clasificadas entre los grandes credos de la humanidad, y a su autor, único de todos los grandes maestros de moral excepto Cristo, inculcando una moralidad positiva, debe dársele precedencia sobre la mayoría de los grandes maestros chinos e hindúes de la antigüedad". (Short, p. 515).,

"Además de esta señal de una creencia en Cristo, una ceremonia, de sugestiva analogía con lo sacramento de la comunión, fué presenciada con asombro por los invasores (Cortés). Los sacerdotes aztecas fueron vistos preparando unas tortitas de harina, mezcladas con sangre, las que ellos consagraban y daban a la gente, quienes al comerlas mostraban signos de humildad y pena, declarando que era carne de deidad". (Prescott, 3:314).

"Quetzalcoatl "se separó de ellos, enviándoles de vuelta a su ciudad, instruyéndoles para decir a sus vecinos que, vendrían un día en que los hombres blancos desembarcarían en sus costas, por el lado del mar en el cual nace el sol; hermanos de él y teniendo barbas iguales a las de él, y que ellos gobernarían sobre la tierra". (Bancroft, 3:25).

El Libro de Mormón nos ayuda a entender la Biblia

John A. Tvedtnes

Provo, Utah: Maxwell Institute

The views expressed in this article are the views of the author and do not represent the position of the Maxwell Institute, Brigham Young University, or The Church of Jesus Christ of Latter-day Saints.

Traducido por María Estrella La Font Díaz

Uno de los propósitos del Libro de Mormón es prestar apoyo a la Biblia. Unos cuatro siglos después de la visita de Jesucristo a los nefitas en el Nuevo Mundo, Mormón escribió: "Porque he aquí, se escriben éstos [estos anales, es decir, el Libro de Mormón] con el fin de que creáis en aquéllos [aquellos anales, es decir, la Biblia]; y si creéis en aquéllos, también creeréis en éstos [...]" (Mormón 7: 9).

En el presente artículo examinaremos algunas de las formas en que el Libro de Mormón nos ayuda a entender la Biblia.

Jesús es el Hijo de DiosLa primera forma en que el Libro de Mormón apoya a la Biblia es testificando que la declaración que se halla en la misma de que Jesús es el Hijo de Dios y el Salvador del mundo es correcta. Nefi, quien había llegado de Jerusalén a las Américas seis siglos antes de Cristo, escribió que "según las palabras de los profetas, el Mesías viene seiscientos años a partir de la ocasión en que mi padre salió de Jerusalén; y según las palabras de los profetas, y también la palabra del ángel de Dios, su nombre será Jesucristo, el Hijo de Dios" (2 Nefi 25: 19).
Más de cuatro siglos después, uno de los descendientes de Nefi, un rey llamado Benjamín, profetizó en cuanto a la venida del Salvador: "Y se llamará Jesucristo, el Hijo de Dios, el Padre del cielo y de la tierra, el Creador de todas las cosas desde el principio; y su madre se llamará María" (Mosíah 3: 8). Alma, un profeta de la siguiente generación, también declaró que "el Hijo de Dios viene sobre la faz de la tierra. Y he aquí, nacerá de María, en Jerusalén, que es la tierra de nuestros antepasados, y siendo ella virgen, un vaso precioso y escogido, a quien se hará sombra y concebirá por el poder del Espíritu Santo, dará a luz un hijo, sí, aun el Hijo de Dios" (Alma 7: 9-10). Cuatro siglos después que Cristo viniera a enseñar a los nefitas, Mormón escribió: "Sabed que debéis llegar al conocimiento de vuestros padres, y a arrepentiros de todos vuestros pecados e iniquidades, y creer en Jesucristo, que él es el Hijo de Dios" (Mormón 7: 5).

El Libro de Mormón deja claro que la profecía del siervo de Dios, que se encuentra en Isaías 53, se refiere a Jesucristo (ver Mosíah 14-15). También nos dice que cuando Abraham fue "obediente a los mandamientos de Dios al ofrecer a su hijo Isaac", esto era "una semejanza de Dios y de su Hijo Unigénito" (Jacob 4: 5).

Profetas que no se mencionan en la BibliaEl profeta Helamán, del Libro de Mormón, escribió que "todos los santos profetas" de los tiempos antiguos habían testificado que Cristo vendría (Helamán 8: 16). Menciona a los profetas bíblicos Abraham, Moisés, Isaías y Jeremías, y también a otros profetas llamados Zenós, Zenoc, Neum (Helamán 8: 17-20). Hay varios pasajes en la Biblia que mencionan a profetas cuyos escritos se perdieron en la antigüedad (1 Crónicas 29: 29; 2 Crónicas 9: 29; 12: 15; 13: 22; 20: 34; 26: 22; 33: 18-19). Gracias al Libro de Mormón, sabemos que hubo otros profetas cuyos escritos ya no existen. Esto concuerda con lo que dicen algunos de los primeros Padres de la Iglesia de los primeros siglos después de Cristo, tales como Eusebio, Agustín, Irineo, Clemente de Alejandría y Justino Mártir, quienes a veces citaron libros proféticos que ya no aparecen en nuestra Biblia moderna.

Las "otras ovejas" de JesúsMientras se encontraba en Jerusalén, Jesús dijo a sus discípulos: "Yo soy el buen pastor, y conozco a mis ovejas, y las mías me conocen" (Juan 10: 14). Asimismo declaró: "También tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño, y un pastor" (Juan 10: 16). El Libro de Mormón nos informa que estas otras ovejas fueron los nefitas, cuyos antepasados habían llegado de Jerusalén seiscientos años antes de Cristo. Cuando se apareció a los nefitas tras su resurrección, Jesús les dijo: "Y de cierto os digo que vosotros sois aquellos de quienes dije: Tengo otras ovejas que no son de este redil; aquéllas también debo yo traer, y oirán mi voz; y habrá un rebaño y un pastor" (3 Nefi 15: 21).
El Sermón del monteUno de los sermones más conocidos de Cristo, el Sermón del monte, se encuentra en Mateo, capítulos 5-7. Según el Libro de Mormón, dio este mismo mensaje a los nefitas en el Nuevo Mundo, si bien con unos pocos cambios (ver 3 Nefi, capítulos 12-14). Estos cambios nos proporcionan una mejor comprensión del significado de sus enseñanzas. Uno de ellos se encuentra en las bienaventuranzas. En Mateo 5: 6, Cristo dice a sus discípulos: "Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia, porque ellos serán saciados". La versión del Libro de Mormón dice: "porque ellos serán llenos del Espíritu Santo".

Tras efectuar algunas advertencias sobre las tentaciones sexuales en Mateo 5: 27-28, los versículos 29-30 contienen unas declaraciones enigmáticas, según las que uno debe 'sacarse el ojo derecho' o 'cortarse la mano derecha' si le son ocasión de caer. Estas expresiones pueden haber sido idiomáticas o simbólicas y así haber tenido un sentido específico para los que escuchaban a Jesús, pero no son fácilmente inteligibles hoy en día. De manera similar, estas expresiones probablemente no habrían tenido mucho significado para los nefitas que vivían al otro lado del mundo. En el Libro de Mormón, Cristo dijo algo diferente: "He aquí, os doy el mandamiento de que no permitáis que ninguna de estas cosas [tentaciones] entre en vuestro corazón, porque mejor es que os privéis de estas cosas, tomando así vuestra cruz, que ser arrojados en el infierno" (3 Nefi 12: 29-30). Así, aprendemos que Cristo estaba enseñando que deberíamos resistir las malas tentaciones.

En Mateo 6: 25-34, Cristo manifiesta no estar preocupado por qué comer, qué vestir o dónde cobijarse. Éste es un consejo extraño para las madres y padres que tienen que cuidar no sólo de sí mismos, sino también de sus hijos. ¿Quería realmente el Salvador decir que no debemos salir a buscar trabajo y procurar por las necesidades de la vida? De nuevo, el Libro de Mormón clarifica esta situación al explicar que Jesús dirigió estas palabras en específico a un grupo selecto de doce discípulos, a quienes iba a enviar a predicar el evangelio (ver 3 Nefi 13: 25-54). A la luz de esto, es probable que las palabras del capítulo 6 de Mateo estuvieran sólo dirigidas a los doce apóstoles, no a todos los seguidores de Cristo. Era mientras viajaban al servicio de Dios cuando los doce no debían preocuparse por los asuntos mundanos, sino por edificar el reino de Dios1.

Textos de IsaíasEl Libro de Mormón contiene casi 500 versículos citados del profeta bíblico Isaías. Unos 70 de éstos son paráfrasis; del resto, la mitad coincide con el texto bíblico y la otra mitad contiene variantes. Mientras que algunas de estas diferencias son insignificantes, hay 234 que mejoran nuestra comprensión de la Biblia. Muchas de éstas encuentran apoyo en diversos manuscritos hebreos de la Biblia (incluyendo los Rollos del Mar Muerto) o en traducciones muy tempranas de la misma, como es el caso de la Septuaginta, que es una versión en griego del Antiguo Testamento elaborada en el siglo II antes de Cristo.

Por ejemplo, Isaías 2: 16 contiene las palabras "y sobre todas las naves de Tarsis", mientras que el Libro de Mormón, al citar este pasaje, dice "y sobre todos los barcos del mar, y sobre toda nave de Tarsis" (2 Nefi 12: 16). La porción adicional no se encuentra en el texto hebreo de Isaías. Pero en la Septuaginta leemos: "y sobre todo barco del mar" en vez de "y sobre todas las naves de Tarsis". El Libro de Mormón preserva la lectura tanto del texto hebreo como del griego, lo que sugiere que el hebreo podría haber perdido una porción mientras que el griego habría perdido la otra. Las dos juntas forman un paralelismo, figura poética que abunda en la Biblia y, de forma muy especial, en los escritos del profeta Isaías.

Cuando en 2 Nefi 23: 22 se cita Isaías 12: 22, añade la siguiente frase al final del versículo: "Pues la destruiré prestamente; sí, porque tendré compasión de mi pueblo, mas los impíos perecerán". Las diferentes versiones prestan parcialmente apoyo a la adición del Libro de Mormón. La Septuaginta añade "será hecho rápidamente, y no con retraso", mientras que uno de los Rollos del Mar Muerto (1QIsa) añade "más (todavía, aún)". Es posible que esta pérdida en el texto hebreo común se produjera debido a un proceso que se conoce como haplografía. El trozo que se añade en el pasaje del Libro de Mormón probablemente comenzaba con la palabra hebrea KY, "pues", que casualmente es la palabra con la que se inicia el siguiente versículo (Isaías 14: 1 = 2 Nefi 24: 1). Es evidente que alguno de los primeros copistas del texto en hebreo saltó inadvertidamente con la vista de la primera aparición de esta palabra a la segunda, omitiendo así todo el pasaje, que sí que se mantuvo en la versión del Libro de Mormón. Además, Isaías 14: 1 no constituye una continuación lógica de Isaías 13: 22, a no ser que intervenga el trozo añadido por el Libro de Mormón, que introduce el tema de la misericordia de Dios hacia Israel.

Hay otros muchos ejemplos de variantes de este tipo en el texto de Isaías que se clarifican por medio de las citas de Isaías del Libro de Mormón, pero éstos serán suficientes para demostrar que a veces se puede usar un texto antiguo de escritura para ayudar a comprender otro texto2.

Leyes mayores y menoresEl apóstol Pablo escribió a los Gálatas: "Entonces, ¿para qué sirve la ley? Fue añadida a causa de las transgresiones, hasta que viniese la simiente a quien fue hecha la promesa" (Gálatas 3: 19). Esto sugiere que la ley de Moisés fue superpuesta por encima de algo distinto que los israelitas habían recibido de Dios, probablemente algo que era parte de una ley mayor. Debido a que los diez mandamientos se citan con autoridad como la palabra de Dios en el Antiguo y el Nuevo Testamento, así como en el Libro de Mormón, deben ser parte de la ley mayor que permaneció incluso bajo el convenio hecho en Sinaí. Por tanto, no constituirían parte del "acta de los decretos", que, como dijo Pablo, Cristo quitó "de en medio [...] clavándola en la cruz" (Colosenses 2: 14).

Cristo dijo a los nefitas: "en mí se ha cumplido la ley de Moisés" (3 Nefi 9: 17; véase también 3 Nefi 12: 18-19, 46; 15: 4-5, 8). Pero, al parecer, estaba sugiriendo que sólo se había cumplido la parte menor de dicha ley cuando dijo: "He aquí, tenéis los mandamientos ante vosotros, y la ley se ha cumplido" (3 Nefi 12: 19). El profeta Abinadí, del Libro de Mormón, si bien señaló que la salvación no viene por la ley de Moisés, no obstante, indicó que era importante guardar los mandamientos que eran parte de dicha ley (Mosíah 12: 31-33; 13: 27-30; ver también Alma 25: 16).

Para entender esta cuestión, debemos señalar que la ley de Moisés comprendía tres divisiones: los mandamientos (que a veces se denominaban "ley" o "testimonios"), los estatutos (que a veces se denominaban "ordenanzas"), y los juicios3. Estas mismas tres divisiones de la ley aparecen en el Libro de Mormón, donde en ocasiones se utiliza la palabra "prácticas" por "juicios"4. Gracias a algunos pasajes del Libro de Mormón (Alma 30:3; 2 Nefi 25: 24-25, 30; 4 Nefi 1:12), sabemos que eran los estatutos y juicios (u ordenanzas y prácticas) los que iban a ser eliminados con Cristo, mientras que los mandamientos permanecerían como parte de la ley mayor que Cristo reveló durante su ministerio. Así, el Libro de Mormón explica qué parte de la ley de Moisés es la que se añadió, como dice Pablo, a causa de que los israelitas pecaron.

ConclusionesA partir de las cuestiones que hemos tratado, puede verse que el Libro de Mormón presta apoyo a la Biblia y nos ayuda a entender algunos pasajes difíciles de ésta. Debido a la brevedad de este artículo, sólo hemos podido prestar atención a unos pocos de dichos pasajes.

El Libro de Mormón también señala que la Biblia no es el único volumen de escrituras inspirado por Dios. A través del profeta Nefi, el Señor nos habló en estos últimos días: "Así que no por tener una Biblia, debéis suponer que contiene todas mis palabras; ni tampoco debéis suponer que no he hecho escribir otras más" (2 Nefi 29: 10). El Libro de Mormón es uno de los otros libros que Dios nos ha dado para ayudarnos a entender su voluntad.

Notas:
1.- Para un estudio exhaustivo de los sermones de Jesús en el Viejo y el Nuevo Mundo, véase John W. Welch, The Sermon at the Temple and the Sermon on the Mount (Salt Lake City: Deseret and Foundation for Ancient Research and Mormon Studies, 1990).

2.- Para un estudio extenso, véase John A. Tvedtnes, "Isaiah Variants in the Book of Mormon" (Provo, Utah: Foundation for Ancient Research and Mormon Studies; report No. TV-81, 1983). Para un artículo breve sobre el tema, véase John A. Tvedtnes, "Isaiah Variants in the Book of Mormon," en Monte S. Nyman (ed.), Isaiah and the Prophets (Provo, UT: Religious Studies Center, Brigham Young Univ., en cooperación con Bookcraft, Inc., Salt Lake City, 1984), 164-177.

3.- En la Biblia, véase Deuteronomio 4:1-2, 13-14; 5:28; 6:20; 26:17; 28:45; 2 Reyes 17:34, 37; 2 Crónicas 19:10; 29:19; 33:8; 34:31; Nehemías 9:13-14; 10:30; Jeremías 32:11.

4.-1 Nefi 17:22; 2 Nefi 5:10; 25:25, 30; Mosíah 6:6; Alma 8:17; 25:14-15; 31:9-10; 58:40; Helamán 3:20; 15:5; 4 Nefi 1:12.

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Provo, Utah: Maxwell Institute
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Traducción por Gerardo W. Berry

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